Cinco castillos separados por bosques le esperaban para acabar con él. Numerosos enemigos, cuatro necesarios para poder abandonar el castillo y dos pasillos, uno encima del otro, pero el sindicado de luchadores unidos rondadores de princesas (SLURP) le había amenazado con la expulsión si no acometía tamaña hazaña, y sin el amparo del sindicato de gestas tales como conquistar castillos, salvar damas o luchar contra dragones se convertían en intentos de suicidio, así que gritando su frase favorita “Antes morir que perder la vida” se adentró en el primero de los cinco castillos que le aguardaban.

Una vez dentro se dio cuenta de que la cosa no era tan mala como parecía por fuera. Era bastante peor. Su lanza estaba anticuada y la armadura tan oxidad que no podía agacharse más que dándose golpes en las juntas de la rodilla; mas para llegar tan abajo con el brazo iba a necesitar algo largo, como por ejemplo una espada. Según iba avanzando halló una puerta con pasadizo tenebroso y lleno de piedras que subían y bajaban, donde habitaba una araña del tamaño de un caballo. Salió lo más deprisa que pudo y en el nuevo pasillo donde se vio encontró una llave, un arco con flechas, una cruz y, ¡por fín!, una espada de acero inoxidable, con la que podía agacharse y dar grandes saltos. Encontró que recoger cualquier de estos objetos le reponía sus fuerzas, y que los pasillos escondían mil y una trampas como columnas que desparecían y aparecían de pronto, o como piedras con pinchos que iban y venían del techo al suelo y viceversa. Más adelante encontró un corazón que le aumentaba la fuerza por simple contacto y un cráneo que se llevó de recuerdo. Por último, se guardó en la armadura una copa que debía valer un dineral y buscó la salida lo antes posible.

Una vez en el bosque, las cosas mejoraron. Nada de soldados con lanza, nada de arañas asesinas, nada de genios metidos en pompas de jabón. Tan sólo había unos inocentes pajaritos de la familia de los pterodáctilos y unos bichitos mezcla de cubo de basura con ruedas de monstruo de dibujos animados. Si a eso añadimos unas malas hierbas (pero que muy malas) y unos puentes que aparecen y desaparecen, el resultado es un bosque idílico en comparación con el castillo que acababa de atravesar.

En el siguiente castillo los soldados tenían arco con flechas y, por supuesto, lo usaban. Además, había gran cantidad de damiselas a las que nuestro héroe trató de explicar al principio que él no venía a abusar de ellas y que le dejaran de dar latigazos, pero cuando le azotaron por cuarta vez se dijo que nadie iba a saber que había atacado a una mujer y empezó a defenderse.

El resto de los castillos y bosques no tuvieron nada destacable, a excepción de unos cuantos enanos con hachas, unos magos que lanzaban estrellitas y soldados que, en el no va más de la modernización, portaban espadas. El caso es que nuestro héroe logró superar la prueba de SLURP y se casó con la bella princesa de nombre no más bello (Gumersinda) y fueron felices.

El juego gráficamente está bien en cuanto a la pantalla de acción y bastante mejor en la zona que rodea a ésta, donde se pueden ver gráficos digitalizados. El scroll es brusco, realizado carácter a carácter, y el movimiento es demasiado lento en ocasiones y algo ralentizado en general. A pesar de que los cinco castillos suenen a mismo decorado con distinta disposición de los objetos, lo cierto es que cada uno tiene un fondo diferente, y en cualquier caso con buena ambientación de armaduras, cuadros y columnas medievales. El sonido se usa poco, lo que es de agradecer teniendo en cuenta lo estridente de BEEP del PCW. El juego se deja manejar y en cuanto se dominan las teclas la dificultad es moderada. En general el juego es divertido y algunos gráficos (como los de los animales en el bosque) son muy graciosos.No es un juego superbrillante a nivel técnico, si llega a ser adictivo.